Me encantaría que las decisiones fueras más simples. Que hubiéramos nacido con más firmeza a la hora. Que desde ese momento, sepamos quien es el adecuado, y quien no. Sinceramente odio estas situaciones, pero no puedo evitar incluso, vivirlas. Día y noche pensando, bolas en la cabeza tremendas. Esto no es como cuando íbamos a primaria, que bastaba solo con un:
- te dejo
- vale
Todo se complica el doble, surje algo más fuerte que el sentimiento de la infancia. Las decisiones importantes. Las que cambian tu vida en un segundo. Y de las que nos arrepentimos siempre.
No sé, pero ser mayor, jode.
(seguiré)
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13 feb 2010
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