Como cualquier día, Clara estaba esperando en la parada, ese medio de transporte que la conducía todos los días, a la misma hora, a su gran realidad, a su casa. Lucía bastante informal. Se notaba que hoy se había levantado de muy buen humor. Estaba sentada, fumandose un cigarro, sintiendo el humo en sus pulmones. Miraba a la gente con una impresión un poco.. feroz. Y es que esa tarde había quedado con él. Con su chico, su amado, su protector, su fiel compañero. Sube al autobús, y en marcha señores.
Una vez en el destino, saca las llaves de casa, y se aproxima a la puerta.
- ¡Bueno días Clara! - Le dice una voz aspera. Era el portero.
- Buenos días.
- Cuéntame, ¿que tal el día?
- Bastante bien.. gracias, ¿y a tí carlos?
- Bien, como siempre. Aparcado en este mismo sitio, viendo como entran y salen, entra.. y salen, ja ja.
- Ja, ja. Bueno, hasta luego.
- ¡Hasta luego!
Carlos siempre tenía una sonrisa para todos. Era lo que le daba alegría al edificio.
Por fin, número 23, su apartamento. Encaja la llave a la cerradura, y entra a su hogar, dulce hogar. Ruti se acerca a ella desesperado, (Ruti es su perro, su cosita peludona, ya que era un husky). Coge el cuenco de comida, y lo pone en el suelo. Ruti hecha a correr hacia él como si de las rebajas se tratase.
Ella caminó hacia su habitación, y abrió el armario.
- Om, vaya.. ¿que me pongo?
Quería ir radiante, expectacular. Así que estubo dos horas provándose modelitos que fueran perfectos para la ocasión. Hasta que encontró el adecuado. Y se sentó con el puesto hasta que se hizo la hora.. y los nervios se adueñaron de su cuerpo, en esos momentos frágil.
Sonó el móvil, la gran canción de ellos dos. Se apresuró a cogerlo.
- ¿Diga?
- ¿Clara?. Soy Héctor. En media hora saldré para allá, va?. Te veo luego, preciosa. Te quiero.
- Ah, vale, de acuerdo. Y.. y yo.
Su corazón dió un vuelco, como quien hace parkour y hace un triple salto y vuelta de tirabuzón (ja ja). Y decidió salir ella antes. Así que se maquilló por última vez, se miró dos mil quinientas veces en el espejo, cogió el bolso, las llaves.. y cerró la puerta, dejando a Ruti jugando con su zapatilla de estar por casa.
Bajó las escaleras, mientras se sacaba un cigarrillo. Al llegar a la puerta, se lo endiende, y sale directa hacia la gran acera repleta de gente. Caminó, y caminó.. hasta llegar al lugar donde habia quedado con él. Y allí permaneció, sentada.. esperándole.
¡Eso es todo amigos!
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